martes, 4 de septiembre de 2007

EL TRIUNFO DE BINNER
Y EL FUTURO DEL SOCIALISMO

por Víctor Oscar GARCIA COSTA

El triunfo de Hermes Binner en la provincia de Santa Fe no debía sorprender a nadie: tres buenas intendencias socialistas en la ciudad de Rosario a lo largo de 18 años continuos, ejercidas por Héctor Cavallero, hoy cabeza de otro partido, Hermes Binner y Miguel Lifschitz fueron sentando las bases de este acceso de Binner a la gobernación de la provincia.
Salvando las distancias, inclusive de tiempo y forma, como Alfredo L. Palacios en 1904, primer diputado socialista de Argentina y de América, como Enrique del Valle Iberlucea en 1912, primer senador socialista de Argentina y de América, Hermes Binner es el primer gobernador socialista de una provincia argentina, aunque electo por un variopinto frente electoral.
En el viejo y glorioso Partido Socialista, aquél de más de 40 diputados nacionales en medio de la proscripción radical, en 1932, y que ganaría la Capital diez años después, en 1942, antes del golpe militar de 1943, se iniciaría en 1957 el ciclo de las divisiones profundas hasta alcanzar el carácter de una verdadera cariocinesis. No es que no hubiera habido divisiones anteriores. La primera fue en 1896 con la autoseparación de los sindicalistas, la segunda con la de los socialistas argentinos tras la expulsión de Alfredo L. Palacios en 1915, divisiones que tuvieron la característica del retorno de la mayoría de los escindidos, en algunos casos voluntariamente y, en el caso de Palacios, a pedido expreso del Comité Nacional.
A esa división le siguió la de los independientes en 1928, que integraron la Concordancia, y la de los socialistas obreros, en 1934, que en gran número retornarían al viejo tronco partidario.
Junto con la aparición del peronismo y a la luz de la posición ante él, vendrían otras escisiones, en algunos casos en forma individual y, en otros, un tanto masivamente. Tras el golpe militar de 1955 la escisión sería muy profunda y, en 1957, el partido se dividiría en dos: Partido Socialista Democrático y Partido Socialista Argentino y la formación de algún Partido Socialista provincial. En tanto el primero se mantuvo más o menos unido, el Socialismo Argentino, tras el triunfo de Palacios en la Capital Federal, en 1961, se dividiría y subdividiría y tendría una nueva escisión en 1966. Todos los partidos socialistas resultantes de esas escisiones comenzaron a evidenciar la cuádruple crisis que vivía el socialismo desde mucho antes: crisis ideológica, crisis de identidad, crisis de crecimiento y crisis de representación.
Tras la constitución del Partido Socialista Popular, por un acuerdo luego denunciado, esa crisis múltiple se fue acentuado con el correr de los años hasta incorporar un nuevo elemento crítico, que conllevaba una gran carga de individualismo, manifestado en la búsqueda de la realización personal en un abanico de posiciones electorales que mostraba que cada grupo denominado “socialista” podía acompañar al radicalismo, al peronismo, a partidos de izquierda menores y realizar otras alquimias electorales, llegándose al extremo de que, prácticamente con un sello, se hubiese podido ser concejal peronista y, luego, diputado radical. La llamada “libertad de acción” de los afiliados fue y es el reconocimiento de la crisis ideológica y de identidad y la negación del sistema de Partidos.
Habíamos pensado que el triunfo de Binner podía frenar, en alguna medida esa dispersión electoral existente en el nuevo Partido Socialista, al borde de una nueva división, y abrir las puertas a otros Partidos Socialistas menores, como el Partido Socialista Auténtico, que deambula sin destino cierto, o el Partido Socialista Auténtico del Chubut, no integrados al nuevo Partido Socialista, en evidente crisis, y marchar a la constitución de un gran Partido Socialista, orgánico, unido ideológicamente, disciplinado, capaz de ofrecerse como una alternativa para la representación de una parte importante de la sociedad argentina.
Creíamos que Binner iba a asumir un papel central en la definición de lo qué debe ser hoy un Partido Socialista en serio y en su conducción frente a las actuales circunstancias. Por la actitud equívoca en la política de alianzas y las últimas decisiones, tomadas e insinuadas, tenemos la impresión de que se está por perder una gran oportunidad.

Publicado por Argenpres. Ed. 1906 Martes 06-09-2007